La muerte desde el punto de vista de la Neurometafísica.
Se adjunta previamente un glosario de terminos aclaratorios y que sirven de un buen resumen de los principales aspectos de la Neurometafísica.
Se adjunta previamente un glosario de terminos aclaratorios y que sirven de un buen resumen de los principales aspectos de la Neurometafísica.
[1] MODULOS DE SIGNIFICADO,
Referencia a los seres humanos en el Universo virtual de un Observador. Dado que son igualmente descripciones de una percepción, son seres virtuales, como los personajes de los sueños. Sin embargo, emiten significados complejos mediante el lenguaje.
[2] AyR:
Evento de consciencia. Abreviatura de“Aquí y Recién”. No se expresa como “Aquí y Ahora”, ya que el presente no es posible de ser experimentado, debido a que la consciencia siempre es pasado. Siempre es un “darse cuenta” de algo que acaba de ocurrir.
[3] OBSERVADOR.
Referencia neutra al Parméneon cuando se focaliza en un aspecto de la totalidad rompiendo así la coherencia del TODO y filtrando la configuración de un universo en un cierto instante, el cual, es“observado” por el Parméneon mediante ese filtro. Ese acto de observar mediante el filtro es el Observador. El Avatar representa el fenómeno de la selección de aspectos, grados niveles que arman un Universo. El Avatar, a su vez, genera la sensación de “Yo”.
[4] MORFOSENSACIONES.
El SER, en realidad, es una sensación total que, mientras está en ese estado, no puede ser“sentida”. Al focalizarse en un subconjunto de sí mismo, distorsiona la coherencia sensitiva. A esas distorsiones de la Sensación Total, les denomino “Morfosensaciones”, es decir, sensaciones que dan forma a un universo particular.
[5] UNIVERSO “Y”
Por oposición a Universo “X” que sería el Parméneon o el TODO. “Y” es un subconjunto, de entre los infinitos subconjuntos, de “X”.
[6] AVATAR.
Contenedor del Observador que atestigua un Universo “Y” y representa al filtro. Determina qué y cómo se percibe un universo y da la sensación de continuidad entre diferentes AyRs. En el caso humano, se identifica con la persona social, física y psicológica, en suma, el “Yo”.
[7] PARMÉNEON.
el TODO concebido como agente generador de universos subjetivos.
[8] TODO y NADA .
En el Universo “Y”, son opuestos que se unen en sus extremos como las puntas de un cordel en redondo. Son dos formas de llamar a la coherencia total, desde diferentes puntos de vista. En consecuencia, NADA no es lo mismo que NO SER. En cambio, en el Parméneon NADA y TODO son lo mismo.
[9] AyR YUXTAPUESTOS.
Son las esencias de otros AyR, que se superponen parcialmente al AyR directo (aquel que se está atestiguando en el instante) y que proporcionan los recuerdos, ideas e imaginerías.
El leve aroma a tabaco y
piso recién encerado, daban un cierto aire de intimidad intelectual al viejo
Bar. Spock fumaba displicentemente su pipa, mientras Filón jugueteaba con los
hielos de su vaso de Whisky a medio beber.
—Te noto especialmente reconcentrado,
Filón ¿algún pensamiento aciago pulula por tu cabeza?
Filón, sin levantar la mirada,
observaba el líquido al fondo del vaso,
tal vez, esperando encontrar en ese fondo algunas respuestas, como las brujas en los calderos mágicos de los cuentos de hadas.
Tras unos segundos, respondió:
—A decir verdad sí, Spock. Anoche tuve
una conversación interesante, amenizada por unas cuantas cervezas, con unos amigos filósofos expertos en lógica y filosofía de la
biología.
— ¡Vaya que coctel más peligroso
ese!—rió divertido Spock—. ¿Y cuál fue el tema de la conversación?
—La muerte, Spock.
— O
sea, hablaron sobre nada —respondió Spock sonriendo.
—Conozco tus ideas, Spock y en gran
medida las he llegado a compartir, pero
me resisto a una explicación tan
sencilla como que la muerte no existe y por eso no debo preocuparme.
—Puedo entender tu angustia, amigo. La
muerte es un número fuerte para cualquier ser vivo, ya que es su terrible
antípoda. Creo que sería interesante darle una vuelta al tema. No me extraña
que tus amigos lo preguntaran, seguramente, la muerte les inquieta con igual
fuerza y emoción que a ti.
Spock hizo una breve pausa. Prendió
nuevamente su pipa y le dio una larga pitada.
— Lo primero que voy a decirte es que
la muerte no puede ser experimentada, sólo observada. Y en ese sentido, la
angustia que nos provoca la muerte es una angustia ajena. No es propia.
—No te entiendo Spock.
— ¿Es para ti lo mismo verme aspirar esta pipa o aspirarla tú?
— No,
es claramente diferente.
— Con la muerte ocurre algo similar.
La sensación desagradable de atestiguar la muerte de un Módulo de Significado[1] de tu universo personal no es igual
a tu pre-muerte.
— ¿Pre–muerte, Spock?
—En efecto, si vamos a comparar con
algo, no podemos comparar con nada. El único paralelismo posible es con tu
instante final de consciencia, el último AyR[2] de una línea de precedencia. Imagina
que tu último AyR es tomar la mano de tu mujer y ver su rostro. Eso es lo
final. Pero ese instante, al ser
atemporal, queda fijado para siempre. No puedes dar un salto adelante para ver
que hay más allá del instante en que cierras los ojos. Recuerda que es una
ilusión del Observador[3] suponer que los AyRs pasan frente a
él como fotogramas de una película. Cada
AyR es único, inmutable e imperecedero.
Hizo una digresión:
—Fíjate que son las mismas
características que Parménides atribuía al TODO. Lo cual es bastante lógico: la
suma de todos los infinitos AyRs —en lo que respecta a la totalidad en su
aspecto de fenómeno consciente— son
equivalentes al TODO. Luego, no es de extrañar que las características de la
totalidad se manifiesten en los subconjuntos de ella.
—Pero ¿por qué aseguras que no hay un AyR
de “nadidad” por decirlo de alguna manera? Podría existir. Una especie
de sensación de silencio y oscuridad infinitos.
—Curiosamente, sí existe esa
sensación. Y por eso suponemos que la muerte es eso.
—Entonces, Spock, podemos experimentar
la muerte.
—No. Esa es una experimentación de un
ser consciente que evoca un AyR de
quietud. Eso existe. La razón por la cual aparecen en tu universo los
meditadores ZEN, la relajación profunda, etc. es porque se te está entregando una metáfora: un
ejemplo sobre un Observador que experimenta llevando a casi cero sus
morfosensaciones[4]. Por ejemplo, el caso de un individuo
que se introduzca en una cámara de aislación sensorial. Si se relaja
convenientemente, experimentará ese estado. Pero no es un estado de muerte. Lo
único que tenemos es a un Observador cayendo en el error de simular un estado
imposible.
— ¿Por qué es un estado imposible?
—Porque la muerte supone la no
existencia del Universo. Recuerda que Existencia, Observación, Consciencia y
Universo son conceptos implicados, es decir, cada cual supone al otro: si no
hay Universo, no hay Observador; si no hay Observador, no hay consciencia de
observar; si no hay consciencia, no hay
existencia. La equivocación de la gente que imagina la muerte evocando ese
estado es no percatarse que se trata de un vivo emulando a un muerto, como si
el muerto pudiese ser consciente de su muerte.
Esa mala comprensión es la madre de
los errores existenciales: si consciencia está implicada con la existencia, al
cesar la existencia, cesa la consciencia y la observación. Entonces, no puedes
tener a un Observador “observando” su estado de muerte.
—Me parece coherente tu argumento
Spock y me satisface en esta primera parte. Sin embargo, hubo otra pregunta,
muy interesante, de mi amiga experta en lógica. Te acepto que no podamos morir,
pero, trascurrido el AyR terminal ¿quién te garantiza que volvamos a vivir?
¿Cómo te haces cargo de esa afirmación acerca de vivir nuevamente, incluso,
esta misma vida?
— Muy buena pregunta. Pero tiene
ciertos problemas conceptuales previos que creo es necesario despejar. En
primer lugar, no existe algo así como un “volver”. No hay precisamente un “eterno
retorno”. Esas son elucubraciones propias de la ilusión de movimiento que el Observador
experimenta en el Universo “Y”[5]o subjetivo. Ya que cada AyR es
atemporal, no existe un retornar, siempre están y estarán; inmutables e
imperecederos. Además, es necesario
tener presente que cada AyR contiene en
sí mismo a un Observador, tal que hay infinitos Observadores como AyRs.
—Pero si eso es así ¿por qué sentimos
esta sensación de continuidad, de transcurso?
—Por el Avatar[6]. Este Avatar es como un molde o
filtro común en una serie de AyRs y ese elemento común se manifiesta en una
determinada forma de percibir. El Avatar Filón,
se define como un común denominador en todos los AyR que contienen
al Avatar Filón. De la misma forma como
le ocurre a todo Observador que posee un determinado Avatar.
—Pero aún no explicas por qué podemos
tener certeza de no caer en un, como
llamarle… “AyR negro” o si es imposible
que se configure un AyR negro y
silencioso, por último, en un retorno a la NADA, de la cual no hay
garantías de salir.
—En primer lugar, si caes en un “AyR negro” como le llamas—cosa que no puedo
prohibir a las infinitas variantes del Parméneon[7]—, no estás muerto, ya que si es un AyR, implica conciencia y existencia, aunque se
trate en ese caso de un universo
subjetivo muy rutinario y monótono, te lo concedo. Pero no es el caso de la
muerte. El retorno a la NADA es más
interesante… ¿Podemos caer en la NADA y nunca más configurarnos como Observadores? Si la consciencia surgió en mí producto de un
acto irrepetible como mi nacimiento, que provino del TODO indiferenciado y se extingue con la muerte, retornando al
TODO indiferenciado (o la Nada que sabemos, al fin y al cabo son lo mismo[8]) ¿Puedo tener razonables
garantías de volver a ser un Observador consciente,
incluso yo mismo de nuevo? Esa es la gran pregunta de tu amiga.
—Exacto Spock. Si el TODO se focaliza
permitiendo mi consciencia ¿puede dejar de hacerlo?
—Te daré varios argumentos que
justifican mi certeza. El primero de ellos, es el de la co-equivalencia de los AyR.
— ¿Qué es eso? Cada vez inventas
mayores rarezas, Spock.
—No es tan complejo de entender. Tú
has deducido conmigo que existen infinitas variantes de un mismo instante de
vida ¿No es así?
—Concuerdo contigo. Reconociéndonos
parte del TODO, el complemento de esa totalidad es este AyR, que debemos
sumarlo a ese infinito. Luego, las
posibilidades alternativas son infinitas.
—Exacto, Filón. Y como todas existen simultáneamente, en este
mismo instante, puede ser que “en el
universo de al lado” —por llamarlo de alguna forma—yo esté en mi AyR terminal;
es decir, justo antes de la ilusión de muerte ¿O no?
—Es lógico, Spock, y además necesario,
si concedemos que se trata de posibilidades infinitas y a la vez, simultáneas.
—Bien, entonces bajo la
co-equivalencia de los AyRs es tan
válido el evento final de morir en un universo vecino, como éste evento de
conversar, y ambos son paralelos; uno al
lado del otro en un solo instante ¿Me sigues?
—O sea, me quieres decir que, si por
un momento nos ponemos en el lugar del AyR de tu pre-muerte…
— ¡Exacto, Filón! Este sería uno de
sus AyRs paralelos. Luego, Spock sigue existiendo en infinitas variantes.
—Pero hay un problema Spock. Señalaste
que cada AyR tiene su propio Observador. Pero yo soy ESTE Observador, luego no
me importa lo que le pase a Filón agónico en un universo paralelo en este
instante. Me importa lo que me pasa a mí como Observador aquí y recién.
—Estás cada vez más agudo Filón y me
fuerzas a extremar recursos para explicarme. Mi segundo argumento es la necesaria pérdida de consciencia del Avatar
humano.
— ¿Pérdida de consciencia necesaria?
—Sí. ¿No te sorprende que en esta
descripción del Universo, como un planeta de seres vivos, el cerebro necesite
descansar de tanto en tanto? Sabemos que
en realidad el cerebro es tan inmaterial como todo el Universo subjetivo.
Entonces ¿cuál es la necesidad de dormir o de desmayarnos frente a un golpe?
¿Por qué la necesidad de morir, si en realidad no somos vida orgánica sujeta a
leyes entrópicas?
—Jamás lo había pensado, Spock.
Siempre te planteas interrogantes extrañas.
— Y nuevamente, como te he dicho
antes, la clave está en los sueños.
— ¿Por qué en los sueños, Spock…? ¿Qué
tienen que ver con la muerte o la continuidad?
—Todo. Sabemos que el cerebro, al no
poseer materialidad, es tan sólo otra descripción del Universo “Y”. No alberga
nada. Entonces, las memorias de eventos
pasados, las imaginerías y los sueños ¿de dónde vienen o adónde van?
— Me fuerzas a concluir que, si no son
productos del cerebro, corresponden a una realidad paralela.
— ¡Brillante mi buen Filón! Los sueños
son realidades paralelas, tan válidas como ésta, sólo que por un asunto de
precedencia le llamamos realidad onírica
a la del sueño y a ésta, vigílica, como
bien lo decía Schopenhauer.
—Pero ¿qué tienen que ver los sueños con una pregunta sobre la
continuación después de un AyR terminal?
— ¿Has soñado que te matan?
—Si, Spock. Recuerdo una pesadilla en
la cual me perseguían unos hombres de
negro en las dependencias de mi trabajo en una noche oscura. Recuerdo también
que los muebles de esa oficina estaban cubiertos con plásticos protectores
contra el polvo. Esos tipos eran como sombras que me perseguían. De pronto
tropecé con el extremo de uno de esos plásticos que cubrían un escritorio y
caí. Sentí esos hombres-sombra abalanzarse sobre mí con cuchillos
— ¿Y qué pasó?
— Sentí algo así como las punzadas de
las hojas en mis costillas y grité.
— ¿Y luego?
— Desperté con el pulso a mil y
totalmente sudado por el miedo. Fue una pesadilla espantosa.
—Sin embargo, en ese universo
paralelo, dada las características de esos sicarios, moriste ¿O no?
—Creo que sí. No lo puedo asegurar.
—Obvio, el estado de muerte no puede
experimentarse. Sin embargo, no caíste en la indiferencia de la NADA o el TODO
(que al ser opuestos se unen en los extremos), sino que apareciste en tu cama
lamentando una pesadilla.
—Es asombroso, Spock. Jamás lo había
visto así.
—Los sueños son una bendición. Es un
dato del Parméneon para indicarnos que una vez atestiguada una secuencia
determinada de AyRs, el próximo paso no es la muerte, sino que otra vida. El de
tu pesadilla es el más claro, pero todos los sueños son metáforas acerca de que atestiguamos secuencias finitas
de AyR y, terminada esa secuencia finita, se “instancia”, por así decirlo, otra
focalización, pasando la anterior a la categoría de sueño. En efecto, la
instancia de pre-muerte es un AyR tan
irrelevante o importante como puede serlo el hecho que te duermas en la noche.
Al dormir, pierdes conciencia y técnicamente mueres. Pero como ello es
imposible pasan dos cosas: te ves inmediatamente en un sueño, o bien,
despiertas nuevamente al otro día. Pero del supuesto momento de inconsciencia
del dormir no tienes nada, ni recuerdo, ni paso del tiempo… nada.
—Creo que ya empiezo a comprender tu
idea, Spock... Pero me surge una última
pregunta: ¿Por qué en la vigilia tengo noción de historia personal y en el
sueño no?
— ¿Cómo que no? Acaso en la pesadilla
de los tipos de negro no eras un “tú mismo” con una historia, extraña sí, pero
tenías AyR históricos asociados. Sabías que era tu lugar de trabajo ¿O no?
—Así es.
—Ergo, tenías una historia personal
detrás.
—Si tienes razón, pero era un sueño
muy relacionado con la vigilia, luego, puede haberle “robado información”, por decirlo así, a la realidad.
—Bien, te lo concederé por un momento.
Entonces recuerda un sueño más inusual. Por ejemplo, ¿has vivido en otro
tiempo, has sido guerrero, mago o experimentado mundos fantásticos?
—Sí... He tenido sueños así.
—Probablemente no te llamabas Filón ¿O
sí?
—Es raro Spock. Sé que tenía otra
identidad, sin embargo, me sentía siendo yo igualmente.
—Eso ocurre porque lo que es común en
todos los Avatares es su ajuste con el Observador.
— ¿Qué ajuste es ese, Spock?
—Lo similar que tienen todos los Avatares
humanos es sentirse “Yo”, que es la expresión del Observador metido en un
envase. El envase es el Avatar. A su vez, el Observador, es el Parméneon
particularizado en un Universo “Y”.
— ¿Pero el Parméneon no se siente como
el “Gran Yo” fuera del envase del Universo “Y” e indirectamente del envase del Avatar?
— Deduzco que no… Ser un “Yo” es una
característica de la particularidad. De hecho, el Parméneon no debiera tener
consciencia, al menos, como la conocemos, porque la consciencia está unida a un
Universo, a un Observador. El Parméneon —si lo vez como totalidad— es infinita
coherencia; ergo, no puede darse cuenta de nada. Eso ocurre solamente a nivel
del Observador.
— ¿Pero el Parméneon no sentirá algo
de alguna forma?
—Habría que preguntarle a él —dijo
Spock sonriendo de su travesura intelectual—. Yo hablo desde este lado, hasta
donde puedo y me es lícito llegar. Lo que puedo asegurarte es que la
consciencia, la sensación de unidad, el sentirse “Yo”, son temas de este lado
del universo subjetivo. Fuera de allí, sólo podemos especular. Pero algo sí es
cierto: si acá es así, allá afuera no debiera ser igual, sino Parméneon y este
subconjunto serian idénticos.
—Pero hay algo que diferencia a los
sueños, Spock. Yo puedo recordar que me acosté anoche, siendo Filón, que luego
soñé ser Julio Cesar y que desperté hoy nuevamente. Entonces, hay una
continuidad que el sueño no tiene.
—Tendría que preguntarle a “Julio
Cesar Filonus” a ver qué opina. Pero tal vez mi último argumento resuelva tu
duda, bajo el riesgo de regalarte una involuntaria dosis de angustia.
—Bien, dale. Ya estoy acostumbrado
—sonrió pesaroso Filón.
—Hablaste recién de una historia
personal. Pero ¿qué es esa historia? ¿No es acaso este instante, más unos poco
flashazos de recuerdos los que te hacen creer que tienes toda tu vida “escrita
en la uña”, como se dice popularmente de aquel que posee recuerdos pormenorizados?
Cuando surges a la conciencia al
despertar, tú sostienes que eres Filón, porque traes asociados unos recuerdos
que te indican que lo eres a cada instante de consciencia, desde esa madrugada
hasta la noche, los cuales van variando de acuerdo a las circunstancias. Fíjate
en este detalle: no te acordabas hace un rato de tu historia personal. Ahora lo
haces por este diálogo. Pero ¿adónde
dejas a “Julio Cesar Filonus”? Cuando eras él
¿no tendría a su vez, otros recuerdos de sus propios sueños nocturnos en
Roma y la creencia en su historia
personal de días anteriores y años, de
sus batallas, de sus preocupaciones imperiales y domésticas?
—Pero, Spock, yo puedo soñar con Julio Cesar, pero él no
puede soñar mi tiempo. No lo comprendería.
— ¿Y acaso no has tenido sueños
estrambóticos que no comprendes? ¿No sería lo mismo que Julio César soñando con
esta era tecnológica? Tal vez cuando uno no recuerda un sueño —a pesar que
todos soñamos— puede deberse a una realidad tan compleja o superior a esta que
simplemente el Avatar vigílico, la “estrambotiza”, no la procesa o la olvida.
Recuerda, finalmente, que cada AyR es atemporal y único. Por ello, vivimos
eternamente en un último instante.
Spock hizo una de sus acostumbradas
pausas que auguran frases para el bronce:
—Estamos sentados siempre en el borde
del infinito...
Luego de esa sentencia críptica,
continuó:
—La idea de transcurso la da el hecho
que cada instante individual y único de consciencia está asociada a AyRs
yuxtapuestos,[9] ordenados por precedencia y modelados
por el Avatar, cuyo modelamiento es el
que nos hace pensar que se trata de “aquello que me ha ocurrido a mí durante el
día”, pero no tienes garantías al llegar esta noche que al cesar tu
consciencia, y al surgir nuevamente, estés en otro tiempo, lugar y Avatar.
Filón abrió desmesuradamente sus ojos
con el vaso a medio camino de su boca.
—De cierto te digo Filón que, si uno
comprende lo que expongo, debiera temer, no sólo a la muerte, sino que también
a cada vez que pierdes la consciencia por el sueño, las drogas o los traumas,
porque no sabes si acaso alguien, muy distinto a ti, despierte en este mismo
instante en un AyR paralelo, totalmente sudado, por haber tenido una horrorosa pesadilla…. sobre dos tipos, en un viejo Bar, que
filosofaban sobre la muerte.
Tras un incomodo silencio, irrumpieron
en la mente de Filón aquellas enigmáticas sentencias pronunciadas por
Wittgenstein en el Tractatus, cuyo significado, en un rapto de súbita comprensión, se le revelaron bajo una nueva
luz:
“La muerte no es ningún acontecimiento de la vida. La muerte no se vive.
Si por eternidad se entiende, no una duración temporal infinita, sino la
intemporalidad, entonces vive eternamente quien vive en el presente…”[10]
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