¿POR QUÉ EL UNIVERSO ES SUBJETIVO?
“Objetividad es el
delirio de un sujeto que piensa que observar se puede hacer sin él”.
Heinz von Foerster
Lo común de empirismo e idealismo.
El empirismo clásico, el empirismo idealista y el racionalismo cartesiano
tienen más punto en común que lo que ellos mismos quisiesen reconocer. El
obispo Berkeley citaba con gran admiración por sus escritos sobre Ensayo sobre el entendimiento humano a Locke,
a la sazón, considerado el padre del empirismo.
Hume, otro gran empirista, a su vez, no decía cosas muy distintas a
Descartes, en cuanto a que ambos reconocían que todo lo que hay en la mente de
una u otra manera deriva de los sentidos o las sensaciones.
Ahora,
la ligazón entre ellos se torna muy evidente en el siguiente sentido: independiente
del hecho que sostengamos que el
universo tenga o no un sustrato material, lo único que puede atestiguar un
sujeto perceptor son las ideas que se representa. Estas ideas pueden ser ideas
de objetos sensibles, ideas de sentimientos o emociones e “ideas de ideas”
(para resumir, por ahora, la labor propia de pensamiento abstracto).
Vemos
que Hume y Berkeley, por ejemplo, se dan
la mano en un punto preciso: nuestra posición para apreciar la realidad es
desde la esquina de la idea o la
impresión del objeto, no desde el objeto en sí
mismo, prescindiendo, por ahora, de la discusión acerca de si tal objeto existe
o no.
El PARMÉNEON
Sea
cual sea la postura que se sostenga respecto de lo reseñado anteriormente, hay
un hecho indubitable: lo que capta un Observador son ideas o representaciones
generadas por estímulos que provienen de un ámbito ignoto pero necesario. Esa subyacencia
velada, causal, eficiente, innegable, la
denominaré de ahora en adelante, Parméneon.
Esta denominación es un neologismo compuesto por la fusión de “Parménides”— filósofo del ser homogéneo, completo, inmóvil y total— y “Eón”, en su acepción de eternidad e inteligencia.
El Parméneon es el océano que inunda pero a su vez circunda el mundo personal de un individuo que, insisto, es el único mundo que puede atestiguar y en el cual se han verificado todas las ideas sensaciones y concepciones registradas
durante su vida: su Teatro Cartesiano —a decir de Daniel Dennett[1]—,
aquel coliseo intimo e interior, en
cuyas tablas se ha desarrollado la opera de la
vida, y que para esta visión, es simplemente una burbuja en el mar del
Parméneon.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario